De pequeño escribía historias imposibles y las acababa diciendo que el personaje se despertaba. Estaba bien la impunidad que daba el sueño, y la invencibilidad de la que disponías.
De mayor a veces me pasan cosas que al despertarme recuerdo, y hubiera preferido estarlas soñando. Pero no. Hay pruebas reales.
Entonces me doy la vuelta e intento volver a dormir, para soñar con la noche anterior, y mandar la historia entera al mundo de Morfeo. Pero ya no me duermo.
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